jueves, 11 de abril de 2013

Saber cuando abandonar es también una forma de avanzar.



Hay ingresado en la unidad un paciente de 76 años diagnosticado de sépsis de origen pulmonar. De base el paciente padece un adenocarcinoma de pulmón, DM, insuficiencia renal crónica y  arteriopatía generalizada con hemiplejia izquierda residual tras sufrir un ictus dos años atrás.
El paciente sufre además una hipoperfusión izquierda que empeora notablemente debido al uso de drogas vasoactivas, lo cual le ha evolucionado en una isquemia progresiva del miembro inferior izquierdo que tiene muy mal pronóstico.

Ayer acudieron a verle los cirujanos que afirman que el único tratamiento posible es la amputación de la pierna completa, a partir del  hueco poplíteo

Pero al comentarselo a la familia, toda ella se niega alegando que el paciente bastante afectado se sentía por la hemiplejia izquierda residual que sufría como para despertar y encontrarse con un miembro amputado. Toda la familia al completo ruega a los médicos que no le alarguen la vida con drogas ni amputaciones ya que conversaciones previas con el paciente aseguraban que querría descansar en paz sin sufrimientos.

La familia es conocedora de la situación del paciente y de que si no se le realiza la amputación la necrosis irá en aumento perjudicando seriamente la situación del paciente, y probablemente produciéndole la muerte.

Aun así los médicos se plantean que hacer con el paciente, si seguir intentando avanzar en su situación o como reclama la familia no alargarle más el sufrimiento.

Estas circunstancias me dan pie a reflexionar y pensar por qué es tan difícil dejar al paciente morir en paz. Por qué hay que estar prolongando el dolor de una persona que tiene una enfermedad de base que no tiene tratamiento y que va a sufrir probablemente más viviendo con un miembro amputado y las consecuencias en su movilidad que eso suponga.

Entiendo que se intente luchar en todo para que el paciente recupere su estado de salud, pero es cierto que no siempre es posible y que hay personas que no quieren estar sufriendo conectadas a un ventilador o en una UCI cuando el pronóstico es realmente malo.

Es duro decidir algo así pero entiendo la opinión de la familia:  ¿Es preferible seguir luchando por la vida del paciente con los consecuentes sufrimientos que eso implica en él  cuando un cáncer de pulmón va a hacer que reingrese en un futuro?
Hay que entender que todas las personas tenemos un momento en el que abandonar la vida y hay que saber respetar ese momento. Lo único que ha querido decir la familia es que prefieren que su familiar fallezca en paz y sin prolongar su sufrimiento, a alargársela un par de años más, siendo optimistas, pero con el dolor que lleva el vivir con un miembro amputado y un cáncer que poco a poco te va desgastando por dentro.

Como el propio título indica, saber cuándo abandonar es también una forma de avanzar…


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